Hace
dos semanas, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía presentó el dato
más reciente sobre el Producto Interno Bruto (PIB). La economía mexicana creció
un 2.5% durante el primer trimestre del 2015 en relación con el año pasado.
Esta cifra es la base para escribir un sinfín de temáticas, y en esta ocasión,
el espacio se dedicará a las fuentes del crecimiento económico, con énfasis en
la esfera educativa.
El
abordaje del tema se puede iniciar de tres enfoques –no son los únicos-.
Primero, la variación del PIB depende de la disponibilidad y aprovechamiento de
los factores –insumos- de la producción (mano de obra, maquinaria, equipo,
herramientas, recursos naturales, nivel tecnológico, y la administración de
todo). El segundo es que los “motores” del crecimiento serán los componentes de
la llamada demanda agregada (el consumo de las familias, las inversiones que
realicen los empresarios, el gasto público y las actividades del sector
externo). Y el tercero es la postura “institucionalista”, es decir, el
cumplimiento y ejecución de la normatividad –regulación- o “reglas del juego”.
A
partir de lo anterior, a su vez, se podría indagar en cada variable. Algunas
interrogantes de partida. ¿Es calificada la mano de obra en el país? ¿Es
suficiente en cantidad? ¿Por qué la productividad del trabajador mexicano en
los últimos años ha presentado una tendencia hacia la baja? ¿Por qué la
innovación tecnológica está rezagada si se compara con Estados Unidos y/o
Alemania? ¿Por qué no se pueden registrar cantidades similares de patentes como
ocurre con la economía americana? ¿Por qué se sigue dependiendo de la
importación en capital? ¿Por qué no bajar los impuestos para impulsar el consumo
de las familias? Y las preguntas podrían seguir…
¿Y
las respuestas? ¡Muchas! ¿O qué se está haciendo al respecto para lograr
soluciones? En particular, se enfocará la atención sobre el asunto de la
calidad educativa en las instituciones que ofertan carreras profesionales. ¿Y
por qué? Porque la Universidad Autónoma de San Luis Potosí organizó el Coloquio
Internacional sobre Evaluación de Resultados de Aprendizaje en Educación
Superior. Se contó con la participación de expertos en el tópico: Dr. Salvador Malo
Álvarez, Director de la Dirección General de Educación Superior Universitaria
de la Secretaría de Educación Pública (SEP); Mr. Michael Stevenson,
Representante de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE); Mtro. Rafael Vidal Uribe, Coordinador General de los Comités
Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES); Mtra.
María de Jesús Jovita Arzúa Hernández, Coordinadora de los Exámenes
Diagnósticos para la Licenciatura (EXDIAL) del Centro Nacional de Evaluación
para la Educación Superior (CENEVAL); Mtra. María Elena Barrera Bustillos,
Directora General del Consejo de Acreditación de la Enseñanza de la Ingeniería,
A.C. (CACEI); entre otras personalidades.
Se
enlistan algunos comentarios del evento:
• Desde que se nace, el ser humano está
expuesto a la constante evaluación.
• Se expresó que la tarea, verificación
de los estándares de calidad, resulta complicada por la cantidad de sistemas
educativos existentes a nivel superior y la heterogeneidad de los programas
académicos.
• No es posible lograr una evaluación
que sea “buena, bonita y barata”; si se quiere contar con las dos primeras
características, se tendría que incurrir en un alto costo.
• Se debe de distinguir entre el título
universitario que expide una institución acreditada y el que obtiene el
profesionista quien egresó de una casa de estudios que carece de ese
reconocimiento. Manejar un trato diferenciado (no tienen la misma
importancia).
• En el proceso de la evaluación hay
que tomar en cuenta la evolución que ha tenido y enfrentará la impartición de
la educación en las aulas. Antes, la problemática del estudiante era la
carencia de información; actualmente, no sabe qué hacer o cómo manejarla.
Si
se desea progresar, crecer en la economía y saber sí se está cumpliendo con las
tareas en la formación de capital humano, hay que sumarse a la medición.
¡La
evaluación llegó para quedarse!
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