martes, 21 de julio de 2015

Fin al monopolio en PEMEX

El miércoles 15 de julio se llevó a cabo la licitación de catorce bloques para la exploración y explotación del petróleo en el Golfo de México para los mejores postores (empresas y consorcios de la iniciativa privada tanto nacionales como internacionales). En este evento histórico se procuró por la transparencia y “reglas de juego” parejas. Sin embargo, solamente se lograron adjudicar dos, quedándose sin dueños doce, pero ya es un avance –aunque se esperaba un poco más-.


Con este hecho se ha resaltado que las reformas estructurales están en marcha, y en particular, la energética. El propósito es terminar con el monopolio que tuvo en sus manos Petróleos Mexicanos por más de setenta años, y gradualmente transitar a una estructura de mercado denominada oligopolio. De la teoría microeconómica se sabe que cuando sólo existe un oferente del producto y/o servicio –y no hay nadie más-, entonces quién se encuentre al frente del negocio, estará en condiciones para vender a un precio más alto (para sustentar este planteamiento, siempre se compara contra lo que debería de ocurrir sí se tuviera competencia perfecta donde el consumidor termina pagando lo “justo”), y también tendría la capacidad para restringir las cantidades ofrecidas al público (nuevamente, el parámetro para señalar las limitaciones en disponibilidad es el mercado de competencia perfecta). Y hay otros “males” que se pudiesen enlistar (la pérdida en el excedente del consumidor, la carga muerta o peso muerto, recursos productivos ociosos y que una parte de los ingresos de la gente, quien está interesada en comprar el producto, pasa como un ingreso por ventas a manos del monopolista). Y lo peor de todo es que no hay sustitutos y qué se hace (¿?), pues nada… En pocas palabras, el monopolio es “malo”, por eso, la necesidad por la promoción de la competencia, ¡y así se está haciendo en los hechos!


El oligopolio es la estructura de mercado que se caracteriza porque está conformada por “varios” o “algunos” oferentes, es decir, los competidores se pueden identificar. En la actualidad, ejemplos de este tipo, se encuentran en: las cadenas de televisión abierta, las compañías automotrices, los bancos, las operadoras del servicio telefónico fijo y móvil, las empresas cerveceras, las refresqueras, electrodomésticos, la minería, la elaboración de acero y otros casos más. Todos los días, el consumidor hace uso de los muchos productos que ofrecen los fabricantes que pertenecen al mercado en comento; además, invaden la vida diaria con las intensas campañas en publicidad (ofertas, promociones), patrocinadores de eventos (conciertos, torneos deportivos, congresos, conferencias) y apoyan causas sociales (educación, alimentación, atención médica) a través de una fundación (organización). (Del listado, obviamente, los empresarios del sector minero y acerero no recurren comúnmente a las prácticas citadas.)



El oligopolio también se caracteriza porque la competencia es intensa. Los productores buscan ganar terreno en las preferencias del consumidor, y en consecuencia, incrementar su cuota de mercado. Lo que hoy ocurre con estas industrias, es el escenario que se esperaría visualizar dentro de tres o cuatro años en el sector energético en México.    

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