lunes, 13 de octubre de 2014

Premio Nobel de Economía y las opciones de inversión.


Este lunes 13 de octubre a las 13:00 horas (tiempo local de Europa), se anunciará al ganador o ganadores del Premio Nobel en Economía 2014. Este galardón se comenzó a entregar a partir de 1969 por parte del Comité responsable, y los primeros en recibirlo fueron Ragnar Frisch (noruego) y Jan Tinberger (holandés). El mérito que les permitió alcanzar ese premio fue por haber desarrollado modelos dinámicos para el análisis de los procesos económicos -¡temática complicada!-; pero, para que se pueda entender y a grandes rasgos, consiste en la utilización y aplicación de las matemáticas al estudio de las trayectorias en el tiempo de variables que se relacionan con la ciencia de la escasez (el eterno problema que siempre será la razón de existencia de la economía, que es satisfacer las necesidades ilimitadas de las personas dados los recursos limitados que se tienen).

El año pasado (2013), los premiados fueron Eugene F. Fama, Lars Peter Hansen y Robert J. Shiller (los tres de nacionalidad norteamericana). Obtuvieron el prestigiado reconocimiento por sus trabajos empíricos en el estudio de los precios de los activos.

Para tener un “norte” sobre el tópico del párrafo anterior, imagine a una persona quien desea invertir sus ahorros –si tiene esa capacidad- en la Bolsa Mexicana de Valores (las oficinas de este centro bursátil se encuentran en el Distrito Federal), por lo que tiene que acudir al mercado –como todo consumidor- y buscar lo que más le agrade para comprarlo. En este caso, le interesará adquirir un “bien” para que en el futuro, le proporcione un dinero extra sobre el monto que utilizó para hacerse dueño de ese “objeto”. En otras palabras, el clásico ejemplo es comprar dólares “baratos” este día, esperar que el tiempo haga su labor; para que mañana, se vendan a un precio más caro y haber obtenido un beneficio ¡sin haber hecho nada!, (ejemplificando: si la divisa se cotiza en trece pesos, y se espera un incremento a quince pesos para finales del año, se tendría un rendimiento por pieza de dos pesos).

De la situación anterior, se identifica que el activo es la propiedad (bien, objeto, dólar) en manos de cualquier agente económico. Y se le asocia un valor o precio. La clave es descubrir la “mina de oro” para saber qué cotizaciones tenderán a subir con el paso del tiempo, con la intención de comprar barato hoy, y vender caro mañana. ¡Este es el problema! No se trata de tener una bola mágica para adivinar el futuro o ser un “Nostradamus” para pronosticar qué sucederá, ¡no! También, hay que ser conscientes de que no existe la herramienta o la metodología perfecta que será exacta. Inclusive, hay asesores en el área financiera que cuentan como anécdota que siempre se desea estimar con base en modelos complejos que no son fáciles de digerir por el ciudadano de “a pie”, y que lo mejor siempre será la sencillez; es decir, si no se quiere fallar, hay que tomar el dato inmediato anterior y afirmar –confiar- que ese valor se volverá a repetir. Otros calculan los datos utilizando una mezcla de métodos, y obtienen un promedio.

Sin duda alguna, recetas habrá muchas. También es necesario advertir que no se están considerando otros factores que pueden afectar lo que se está describiendo (ejemplo: política monetaria en México y en Estados Unidos; expectativas; diferencial entre las tasas de interés en el país y el vecino del norte; el riesgo país, y la lista continua).  Fama, Hansen y Shiller dedicaron tiempo y esfuerzo para estudiar el fenómeno de los precios de los activos, con la intención de ofrecer bases a partir de las cuales, se tengan conocimientos más precisos sobre su variabilidad a través del tiempo. Múltiples pruebas o experimentos  son las cartas de presentación de sus argumentos (trabajos empíricos).

Habrá que esperar que inspiración, implicará el anuncio del premio Nobel de Economía la próxima semana, ¡veremos!


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