Desde que se anunció el recorte en el gasto
público (124 mil 300 millones de pesos para este año) por parte del Secretario
de Hacienda, Dr. Luis Videgaray Caso; los comentarios, análisis y repercusiones
sobre este medida no han faltado en el transcurso de la semana. Una de ellas a
destacar es la opinión de que la economía mexicana crecerá menos en comparación
con los pronósticos que se presentaron para finales del 2014 o principios del
2015 (medido en términos porcentuales por la variable denominada Producto
Interno Bruto [PIB]).
Inclusive, la “Encuesta sobre las Expectativas
de los Especialistas en Economía del Sector Privado”, que organiza el Banco de
México y que aplicó en este primer mes del año en curso (probablemente, la
realizó antes de que sucediera la conferencia de prensa que encabezó el
Secretario de Hacienda el viernes 30 de enero), arrojó el siguiente resultado
no alentador: un ajuste a la baja en la tasa de crecimiento del PIB para este
2015; es decir, en la encueta del último mes de 2014, se estimó que el valor
sería del 3.50 por ciento, en contraste, el dato más reciente que se recabó por
parte de los expertos, la ubicó en 3.29 por ciento (una diferencia del 0.21).
La principal consecuencia que ha sobresalido es
que el entorno económico no será favorable, si se toma en cuenta el parámetro
del PIB. Sin embargo, hay que analizar que las autoridades federales están
apostando por la siguiente estrategia: mandar el mensaje de confianza para los inversionistas,
empresarios o emprendedores tanto residentes como no residentes en el país de
que no encontrarán escenarios de incertidumbre que se pudiesen originar por
parte de los responsables de la política económica. No tiene sentido o caso que
se mantenga el gasto público como se aprobó, si queda claro que no se podrán
disponer de los recursos monetarios para ejercerlo; es decir, para que comprar
bienes y servicios si no se tiene la fuente segura para pagarlos (la opción por
incrementar los impuestos no es viable porque apenas la población se está
recuperando del reciente aumento y viene un año electoral; y para solicitar préstamos,
hay que saber cómo se pagarán junto con los intereses respectivos).
¿Y por qué tanta preocupación por los
inversionistas, empresarios o emprendedores? Porque estas personas son las que
arriesgan su dinero para la puesta en marcha y operación de algún negocio (¿se
imagina asignar cien mil pesos –“bajita la mano”- en alguna opción “jugosa” y
no recuperarlo?); además, tienen los recursos para impulsar la generación de
empleos formales que se necesitan, y a su vez, generar efectos multiplicadores (al
tenerse mayores actividades económicas o transacciones, el gobierno podría
recabar más recursos vía los impuestos vigentes); en palabras marxistas, son
los dueños de los medios de producción. Por lo tanto, se esperaría que el
“motor” llamado inversión supere la caída en los gastos públicos durante este
año; que la economía norteamericana siga su paso ascendente para que se
incrementen las compras-ventas internacionales (esperando que las exportaciones
mexicanas superen a las importaciones), y de esta manera, el dinamismo en el
sector externo ayude también a mitigar los efectos del actual recorte.
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