El
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presentó el boletín de
prensa sobre el “Producto Interno Bruto (PIB) en México durante el segundo
trimestre de 2014”. Esta variable económica representa una medida del valor monetario
de la producción (bienes y servicios) que se generó en un país, para cierto
periodo de tiempo; y para calcular el monto en términos de dinero, se utilizan los
precios que prevalecen en los mercados a los que asisten los consumidores que
se les clasifica como finales. Este tipo de clientes se les asigna esta
categoría porque se tienen a los agentes económicos que acuden para la compra
de productos intermedios (también, denominados insumos o factores de la
producción), que se emplean en la elaboración de los bienes y servicios que se
contabilizan en el PIB.
Para
comprender la importancia de la información que divulgó el INEGI, se platea una
situación imaginaria, sencilla y práctica; suponga un empresario –dueño único-
que a través de su negocio busca comercializar y vender su mercancía en el
segmento de clientes que le interesa. Es decir, suponga que generó un monto
total de producción valorada en quinientos mil pesos en un año, y que logró
colocar entre sus consumidores al precio que se definió por la interacción
entre las fuerzas de la demanda y la oferta.
Al
año siguiente, la producción –y ventas- de esta hipotética empresa subió a
quinientos cincuenta mil pesos, considerando que el precio en el mercado se
mantuvo; por lo tanto, la tasa de variación anual de su “PIB” fue del 10 por
ciento. La situación ideal es que la cifra porcentual en comento, mantenga ese
ritmo de crecimiento –mínimamente- o si es posible, que vaya presentando una
tendencia a la alza en el tiempo.
El
ejemplo escrito hace hincapié a un comportamiento de ganar, de lucro, de
avaricia, y entre más, ¡mejor! Habrá algunos, quienes opinen que la felicidad
de las personas no radica en lo material; inclusive, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó, recientemente, su Índice
para una Vida Mejor, en el que se ordenan las preferencias de los individuos
ante una lista de once factores; sobresaliendo que para los mexicanos, lo más
importante –los tres primeros lugares- lo ocupan la educación, la salud y la
satisfacción ante la vida; la seguridad está en la quinta posición, y el nivel
de ingresos quedó en el séptimo lugar.
Sin
embargo, el dato del PIB es una “cifra fría” y cuando se enseñan las temáticas
relacionadas con esa variable en el aula; y en particular, en las áreas del
crecimiento y el desarrollo económicos, se enfatiza que lo más adecuado –teóricamente-
es que la tasa de variación anual se mantenga en un nivel positivo y constante
en el tiempo. Pero, los libros son los libros, y al monitorear la realidad, lo
que menos existe es la tendencia de estabilidad; y muestras sobran, que
ejemplifican las fluctuaciones en el indicador de la producción.
La
revisión histórica de la tasa de crecimiento del PIB en México es una evidencia
de la alta variabilidad, y también, de la dirección que ha tomado a la baja el
indicador en casi ochenta años. Hay dos preocupaciones. La primera, la difícil
tarea por cumplir con la estabilidad económica, que ha sido una de las
prioridades de las administraciones federales desde mediados de los ochenta
hasta hoy en día; sin embargo, alcanzar ese propósito es complicado. La segunda,
la disminución en la tasa de variación del PIB mexicano, considerando el periodo
de 1935 a 2013. No es posible que cada año, en lugar de avanzar, se esté
retrocediendo, ¡es de pensarse! Y para ahondar en la reflexión del tema, la
OCDE, recientemente, planteó que si se quiere igualar el nivel –actual- de
ingreso de los países miembros de esta organización, el país tendría que crecer
al ritmo del 4.3 por ciento anual durante los próximos treinta y cinco años.
Peor
aún, la situación no es favorable porque el Fondo Monetario Internacional (FMI)
disminuyó su pronóstico de la tasa de variación anual del PIB para el país, al
dejarla en 2.4 por ciento para este 2014; mientras que, el dato previo fue 3
por ciento. La razón se debe a la debilidad económica que tendrá los Estados
Unidos; en consecuencia, al ser México dependiente de su vecino del norte, se
sentirán las consecuencias respectivas. Otras instituciones que comparten la
misma postura del FMI son: Comisión Económica para América Latina y el Caribe;
Banco Mundial; Banco de México, y la OCDE; igualmente, los analistas de la
Iniciativa Privada que participan en la encuesta sobre las expectativas que
elabora el banco central del país, opinaron (julio 2014) que se crecerá al 2.56
por ciento, menor a lo reportado un mes antes (2.65 por ciento). Y el dato que
reportó el INEGI no fue alentador, se creció al 1.6 por ciento este segundo
trimestre del año en relación con el primero; pero el dato previo resultó ser del
1.9 por ciento si se compara con el periodo de octubre a diciembre 2013, ¡a la
baja, también!
Solamente,
las autoridades de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público han conservado
su pronóstico (2.7 por ciento); mismo, que estará plasmado en el próximo
proyecto sobre la Ley de Ingresos y Egresos de la Federación 2015, que se
presentará para su discusión este septiembre.
Así
que, no hay buenas noticias –cuando menos a la mitad de este año- para lograr
alcanzar el nivel –actual- de ingresos de los integrantes de la OCDE de aquí al
2050.
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